sábado, 11 de febrero de 2012

Canarias y el petróleo.

He dudado un poco antes de redactar este articulillo, pero como veo que está cada vez mas enconada la discusión pues allá va:

Creo que nos encontramos ante un caso “de libro” en cuanto a explotación colonial con respecto a las prospecciones y el aprovechamiento de los yacimientos petrolíferos situados entre Canarias y Marruecos.

También creo que estas se llevarán a cabo a pesar de las protestas de la alianza antinatura formada por los empresarios turísticos, las corporaciones locales y los ecologistas. Y ello porque al final (apuntándome a adivino) es posible que las corporaciones locales reciban algunas migajas del reparto del pastel petrolífero, que será lo único que reciba Canarias, junto con la contratación de unos pocos operarios sin cualificar y lo que dejen las plataformas por la escala en nuestros puertos.

Los empresarios se resignarán ante lo inevitable, salvo que se planteen una acción decidida contra el gobierno español, que podría ser suicida para ellos, aunque resulta curioso como entidades locales y empresarios turísticos, depredadores de recursos naturales por tradición, se han opuesto a las prospecciones. Quedarán, como casi siempre, los ecologistas como muestra testimonial de democrática oposición.

Y todo esto ¿por qué?, pues porque no existen en este país de dos millones de habitantes las condiciones sociales, las estructuras políticas ni la organización militar que permita ejercer el derecho a gestionar sus riquezas. Canarias no tiene la capacidad de oponerse a las acciones del Reino de España o del Reino de Marruecos, en sus aguas y en la que podría ser su Zona Económica Exclusiva, ni de forma pacífica ni por la fuerza. Acudir a organismos internacionales, a título casi individual para mas INRI, para que actúen en defensa de los pretendidos derechos de un archipiélago perteneciente a un Estado miembro y contra los dos Estados antes nombrados y sus patrones imperialistas es de ilusos, ejemplos tiene la historia, recientes y cercanísimos, que lo demuestran.

Creer en la entelequia de un Orden Internacional independiente, con organizaciones como la ONU, etcétera, que regula las relaciones entre los naciones y los pueblos, creer en la virtualidad de los tratados y convenios internacionales, y que los países firmantes los van a respetar, es como creer en la existencia de los gamusinos lipofitrópicos, además de un indicativo de no haberse leído El Príncipe, de Maquiavelo, ni de forma resumida.

Concluyendo, Canarias no tiene fuerza ni para impedir ni para aprovecharse de la explotación de los recursos petrolíferos mas cercanos, ni aunque estuviesen situados en medio del valle de Ucanca.

Vayamos pensando, pues, en cómo obtener lo que nos falta: FUERZA.

Y, para mí, se acabaron los debates inútiles sobre opciones imposibles.